pastillas del cambio

CAPITULO  1 :  EL INICIO DEL CAMBIO
Desde que tenía 10 años más o menos me di cuenta que me hubiera gustado ser mujer. Me gustaba la delicadeza de su porte, la feminidad, pero desde esa edad, me di cuenta que la sensualidad de la mujer tiene cierto poder. Un poder que pocos hombres pueden resistir.

Conforme fui creciendo esta certeza y deseo se mantuvieron. Pero los mantuve en secreto, en el exterior solo expresaba lo que espera de un joven hombre. Hacía deporte, tomaba, salía con chicas. Me fui desarrollando de manera bastante masculina, alto, espalda ancha y facciones toscas. Mis deseos de delicadeza y feminidad los escondí lo más al fondo de mi psique que pude. Y es que me atraía la idea de feminidad, la idea de con mi cuerpo masculino y mis facciones toscas estar con otro hombre no me atraía en lo más mínimo.

Así escondí como ya dije esos deseos y viví la mida lo mejor que pide. Estudié, trabajé, me divorcié. Todo cambió el día que vi el primer anunció de la pastilla X-Change. Una pastilla que cambia el sexo del cliente, era increíble. Sin embargo yo nunca he sido una persona de impulsos, así que intenté no hacerle caso. Seguir mi vida como la había construido. Estaba satisfecho, quizá no era lo mejor pero era una buena vida.

A pesar de eso, las ideas me asaltaban cada vez que veía el comercial y volvía a pensar en el poder que se esconde detrás de la delicadeza de las mujeres.  Podría ser aquello que tanto hubiera deseado. Pensé que era posible, pero además estaba el beneficio de que si no me gustaba al cabo de 24 horas volvería ser el de siempre. Empecé a informarme y a conocer los detalles de la pastilla, pero no me animaba. Comencé a platicar con chicos bajo los efectos de X-Change y casi todos eran hermosos o hermosas.

Así que un día decidí faltar al trabajo, reporte que estaba enfermo y me tomé la pastilla. Los primeros minutos no sentí, pero de pronto comenzó a cambiar todo. Prácticamente no tuve tiempo de notar hacer consientes los cambios porque fueron sumamente veloces. Sólo pude hacer un recuento hasta que ya habían terminado.

Había perdido varios centímetros de altura, aunque seguía siendo alta para ser una chica. Aunque no tenía sobrepeso, mi cuerpo en general se hizo más delgado. Luego notaría que mis músculos se habían perdido, es decir, seguía teniendo músculos, pero más débiles, como de las chicas. Mis brazos se habían adelgazado, pero seguían siendo atléticos, al estilo de las mujeres. Pero el cambió más notable fue al sentir el peso en mi pecho. Al desnudarme observé dos hermosos senos en mi pecho, un vientre plano y unas caderas anchas agradables. Mi rostro también había cambiado. Sé que está mal que lo diga, pero mi rostro era hermoso. Mi piel es de un blanco bronceado. Mis labios gruesos, sonrosados, mis ojos negros y grandes, mis cejas pobladas pero delgadas, y todo enmarcado por un cabello largo lacio, color negro. Incluso mis manos, que eran un poco toscas y con dedos gruesos y uñas mordidas, se volvieron delgadas y estilizadas, con las uñas bien cuidadas como un mujer cuidadosa hace.

Caminaba por la casa, sintiendo mi nuevo cuerpo, mirándome en todas las superficies reflejantes. Pasé así la mañana y conformé me miraba comencé a excitarme, me recosté en la cama y comencé a tocarme. Mis pezones eran una fuente de calor y mi vientre. Justo cuando estaba a punto de explotar, escuche un mensaje de whatsapp en el celular, casi me desconcentra pero seguí hasta que exploté.

Luego de descansar unos minutos tomé el celular para revisar quien me hablaba. En realidad casi nadie me escribe o me escribía. Al verlo me doy cuenta que es un amigo, me dice que habíamos quedado para ir a tomar unas cervezas. “Mierda” pienso, como lo pude olvidar. Inventé varias excusas, pero me decía que no podía quedarle mal. Al final acepté, le dije que iría, pero que no en el bar de siempre, sino en una cafetería que está cerca de la casa. Protestó un poco pero logré que aceptara.

Mientras hablaba con él me fue excitando otra vez la idea que él me viera. Pero solo quería que me viera, nada más. Luego me puse a ver que ropa podía usar. En realidad ese fue un problema. Las chicas con las que había hablado justamente me recomendaron eso, que era un problema habitual el cambio y no tener a mano ropa de chica. Si la había escuchado, pero como en realidad mi plan para ese primer día era solamente pasar el día en casa, pensé que no necesitaba la ropa. Si me sentía mejor ya luego conseguiría ropa. Pero ahora tenía que salir, así que me acerque a mi guardarropa a buscar que tenía que fuese femenino, o que al menos me pudiera poner.

En realidad no había nada que pudiera, usar, las camisas eran demasiado grandes. Las probaba y me veía ridícula. Se me ocurrió probarme una camisa blanca interior, de las de tirantes. Me quedaba no tan mal, de hecho, bien, porque era muy ajustada, pero como no tenía brasiere, se me notaban los senos por debajo de la camisa, así que me pondría una sudadera por encima, aunque hacía bastante calor, pero no importaba. El pantalón fue algo más complicado. Los pantalones me quedaban ajustados en la cadera y muy sueltos en la cintura. Así que arregle el asunto con unos pants y unas sandalias. Me miré en el espejo, no era un atuendo sexy. Sin embargo era lo suficientemente hermosa para lucir relativamente bien, aún en ese atuendo.

Así que me subí al auto y fui a la cita con mi amigo. Al mirar el reloj, me doy cuenta que en realidad ya voy tarde, así que me apresuro a llegar. Cuando estaba bajando del auto, entró una llamada al celular, era mi amigo. Preferí no contestar. Entré a la cafetería y casi de inmediato lo vi sentado en una de las butacas, junto a una ventana. El me vio entrar pero de inmediato alejo la mirada, no me reconoció, sólo vio a una chica que entraba. Caminé hacía donde él estaba, no quise hacerlo de manera sensual, simplemente caminé como caminó o como podía caminar con este cuerpo nuevo.

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